domingo, 1 de mayo de 2011

Era un hermoso día primaveral el 3 de Octubre de 1945, en la ciudad de Eldorado, Misiones. Más precisamente en el Barrio Pinares. En el matrimonio de Espíritu Santo López y Remigia Suárez nacía el quinto hijo del matrimonio. Ricardo López. Ricardo desde pequeño fue un hijo muy especial para su madre, quizás por ser el más delicado de salud o quien sabe porque su madre tenía un apego especial hacia él. Después vinieron dos hermanitos más Abel y luego Dina. Este niño fue criado en un hogar cristiano con padres que tenían serios problemas de convivencia y una separación luego de diez años de matrimonio. A los quince años de edad decide viajar a Buenos Aires donde ya estaban sus hermanos mayores: Angélica, Juan y Moisés. Vivió tres años en esta provincia; pero vivió perdidamente. Entregado a los vicios y costumbres de la juventud de su época. Al volver a la casa paterna, su hermano menor Abel seguía en su fidelidad a las primeras enseñanzas del evangelio y esto impactó en su vida, llena de la contaminación del mundo. Esto lo hizo reflexionar muy profundamente y decide entregar su vida al Señor Jesucristo y recibirlo como su Salvador personal. Decide volver a Buenos Aires pero ya convertido y con la convicción de Servir al Señor se reúne con los hermanos y decide trabajar activamente en la obra del Maestro. A los 20 años es llamado al Servicio Militar Obligatorio y su destino fue San Martin de los Andes, al sur de la Argentina. Estando allí siente el llamado de servir fielmente a Dios. El llamado era volver a su pueblo. El pueblo que lo vio crecer, Puerto Piray. Fue así que luego de un poco de tiempo viaja a Misiones a un encuentro espiritual. Pero ese encuentro lo llevó a un encuentro personal. A un encuentro dado por las inclemencias del tiempo y las crecientes de los ríos y los arroyos “los puentes eran bajos”. Ese encuentro fue con Rosa Ema Lezcano, una hermosa señorita muy particular y especial. Nacida el 23 de Septiembre de 1942 en Montecarlo – Misiones. Hija de don Manuel Lezcano y doña María Pintos, era la menor de cuatro hermanos, Olga, Rosario y Nicanor. La familia Lezcano-Pintos era una familia cristiana y admirada, bien constituida y respetada. Don Manuel como lo conocían en la zona era uno de los pioneros de la localidad de Montecarlo y en ésa época era uno de los ancianos de la congregación del lugar junto a Patrocinio Benítez. El encuentro fue en el arroyo Piray Guazú y fue el inicio de una relación, que el 28 de Junio de 2011 cumplirán 43 años de MATRIMONIO. El casamiento se realizó en la colonia Laharrague donde vivía la familia Lezcano. Luego de la boda y la luna de miel la pareja viaja a Temperley – Buenos Aires; pero solo por seis meses. Porque el convencimiento de Ricardo era volver a su pueblo, Piray. El LLAMADO ERA TAN GENUINO Y CLARO, que decide mudarse y empezar de nuevo en su pueblo. Poco a poco, comprando un terreno luego construyendo su casa y trabajando en la fábrica y la relojería la familia va aumentando, se vienen los hijos: Ricardo Manuel, Arturo Daniel (fallece a los seis días de una meningitis), César Alejandro, Ruth Noemí, Esteban Samuel, Gustavo David y Rosamaría Remigia. No era fácil atender a tantos hijos, trabajar y atender los ministerios en la iglesia. Pero el llamado era fiel y claro. El 26 de Abril de 1981 con la presencia de los misioneros Jaime Van Heiningen y José Gómez Duré, luego de unos meses previos de estudios intensivos dados por el hermano Martín Van Driel. Se realiza la imposición de manos a Ricardo y Abel para el ministerio de Ancianos de la congregación evangélica Neotestamentaria de Puerto Piray, Misiones, Argentina. La responsabilidad era mayor, el llamado al ministerio y su obediencia en la imposición de manos. La familia y el trabajo. Ricardo decide no hacer horas extras en la fábrica para dedicarse con más tiempo al estudio de la palabra y a la oración. No satisfecho con esto decide no trabajar más en la relojería, para dedicarse más tiempo al estudio de la palabra y a la oración. Además con una convicción inquebrantable jamás sacar fiado de ningún negocio, almacén o lo que sea. Eran seis hijos que mantener y con el sueldo disminuido por sus convicciones. Nunca estuvo afiliado al sindicato para no desviar su atención a SU LLAMADO. Por lo tanto increíblemente por años no tuvo Obra Social. SU LLAMADO ERA INQUEBRANTABLE. El 14 de Mayo de 1985, su esposa, su amada esposa Emi, como la llamaría cariñosamente todos los días cae profundamente enferma de un pre infarto y luego un infarto del corazón. Esto la llevó a varios días de internación en Terapia Intensiva. Y sin Obra Social, pero ahí vimos la mano del Señor y puedo hablar ya como un hijo que cumplía 12 años en ese entonces. ¡SU FE NUNCA DECAYÓ! Silenciosamente papá hacía las cosas de la casa mientras compartía el tiempo con la compañía de mamá en su recuperación. De todas maneras apartaba sus horas diarias al estudio de la palabra y a la oración. Su turno de trabajo por más de 30 años era de de 05:00 a 13:00 y así se levantaba más temprano para orar. Podemos decir como hijos que es un hombre de oración. Así podemos dar testimonio que tenía una línea bien marcada: DIOS – LA FAMILIA Y EL MINISTERIO. Nunca ha descuidado a su familia, ni siquiera lo reemplazó por su ministerio. No sé como lo hacía pero hasta hoy en día el culto familiar no se pasa por alto en casa. En este contexto el apoyo fiel y constante de Mamá ha sido primordial. Mamá con una salud tan frágil pero una mujer tan fuerte en El Señor. Una persona con carácter y decisión. Con valor y coraje. Con la capacidad de enfrentar hasta al comisario del pueblo si fuera necesario. Una mujer que supo ocupar su lugar de sujeción con amor, valor y coraje. Una mujer que supo aconsejar a cada uno de sus hijos en asuntos prácticos de la vida cotidiana. Mamá estaba siempre organizando lugar para la hospitalidad de los hermanos que siempre venían a nuestra casa. Recuerdo con emoción al hermano Gaudencio Villalba, su familia entera y a tanto otros que venían y se hospedaban en casa. Papá y Mamá nos organizaban para que podamos dormir juntos entre hermanos y dar lugar al HERMANO que venía a visitarnos, como si fuese un ángel del cielo. Cuantas veces escuché a Mamá decir, Papi no tenemos azúcar mándale a alguno de los chicos a pedir prestado o sacar fiado y Papá decía NO nos arreglamos con lo que hay. Eso fue IMPACTANTE TANTAS VECES. En una oportunidad no teníamos para el almuerzo y a la noche había un ágape con los hermanos, de todas maneras Papá nos juntó alrededor de la mesa a leer La Buena Semilla y oramos todos, cuando papá estaba orando golpean a la puerta para pagarle un dinero que le debían hace un tiempo. ¡¡El Señor proveyó abundantemente!! Fueron varias las oportunidades que El Señor nos proveía de maneras misteriosas. No solamente eran las provisiones materiales, sino también en la salud. En algunas oportunidades papá nos llamaba a los hijos a altas horas de la noche para ORAR POR MAMÁ QUE ESTABA MUY ENFERMA. ¡EL SEÑOR FIELMENTE OBRABA!!!!! Estaban también las veces que hermanos venían a la noche o a cualquier hora a buscar a papá para orar o para ir a ver a uno que otro hermano que estaba enfermo. Otras tantas veces cuando en la congregación había problemas y parecían no tener solución donde había tensiones muy fuertes. Pero en casa el afecto, el cariño y la firmeza nunca faltaron. Jamás hemos escuchado a nuestro padre hablar o comentar algo de algún hermano o de algún problema en la congregación o de otros lugares. Hasta ahora su forma de ser es como una celda con dada cosa. No divulga lo que uno lo comenta en confianza. En estos días esto es algo muy valioso. En el año 1990 el hermano Abel ingresa a la Obra Misionera, y por unos cinco años lo acompaña en el ministerio Pastoral el hermano Cornelio Silvero quien renuncia posteriormente, y lo reemplaza el hermano Rodolfo Schwartz hasta el 26 de Octubre del año 2007 cuando fallece de un cáncer fulminante. Desde entonces continúa sólo en el ministerio, además de colaborar con otras congregaciones que necesitan ayuda. También participa de actividades colectivas como retiros espirituales y encuentros donde es invitado para compartir la palabra. Hablando con Él le preguntaba ¿Qué cosas te dan gozo y que cosas te dan tristeza en el ministerio? Él responde que lo que le da mucha tristeza es cuando los hermanos no asisten a las reuniones, cuando los hermanos son separados de la comunión, cuando los hermanos no son fieles en el servicio al Señor y por otro lado le da mucho gozo ver a las familias enteras en las reuniones. Un gozo especial, dice, es ver a mi esposa y a mis hijos en el camino del Señor con sus familias. Sobre cuáles son sus temas preferidos para enseñar la palabra dice que son: La Oración, La Vida Devocional y La Familia. La oración sobre todas las cosas. Seguramente faltarán palabras y/o anécdotas para hablar sobre este hombre débil y temeroso con tantos años de servicio. Pero la imagen que ha impregnado en su familia en primer lugar es un legado escrito con cincel en la piedra y es una responsabilidad propia de cada uno seguir su ejemplo o no. Es un hombre de pocas palabras, sin facilidad de expresarse, inclusive hasta quizás poco carismático pero con una convicción inquebrantable. Con un simple NO sin levantar la voz ya sabíamos que era NO. Con una simple sonrisa o una ceja levantada una expresión de alegría o satisfacción. Ver a este hombre que no tuvo un modelo ejemplar de amor y cariño en su hogar paternal sin embargo siempre ha sido un esposo amoroso y romántico. Un padre tierno y firme, amoroso y respetado, silencioso y querido. Podemos decir que a la edad de casi 66 años es posible llevar una vida consagrada y obediente al Señor. Que El Señor es fiel y permanece fiel. Creo que cada uno de mis hermanos coincidirá en esto que en lo poco has sido fiel en lo mucho te pondré. Han pasado desde aquel 26 de Abril de 1981, 30 años. Muchas cosas sucedieron, cambios de gobiernos de militares a democráticos se ha perdido una guerra inclusive y gobernantes que han desertado pero Tú no has desertado sino que te has mantenido fiel en el ministerio. Has visto tus hijos crecer, formar familia y ver nietos nacer. Cada uno ha volado a su lugar donde anidar y aunque estemos lejos físicamente pero estamos muy cerca por la comunión que nos tenemos y la confianza y el amor que nos une y nos nutre. Que Dios dirija vuestros pasos, Ricardo y Ema hasta los últimos días de sus vidas con el ejemplo que dan como matrimonio fieles en primer lugar. Como siervos fieles. Como padres amorosos y abuelos tiernos, comprensivos y felices. A la distancia con el correr de los años se puede comprobar que El Señor es fiel y bendice la fidelidad.